domingo, 30 de octubre de 2011

CFNM...en el archivo

Una y otra vez su taconeo se repitió a lo largo de semanas llegando hasta mi puerta, tomado posesión de todo lo que me rodeaba y comportándose con la naturalidad de la que se sabe dueña de lo que se propone que sea suyo. "Yo no soy muy sexual" me dijo en alguna ocasión, no llegué a comprender muy bien el sentido de su expresión, al fin y al cabo yo nunca había suscitado ninguna conversación acerca de temas de ese tipo..."Entonces ¿eres bisexual?, algo así he oído que dicen de ti" me preguntó en otro momento, con el mismo tono de voz y la misma mirada que siempre la había venido caracterizándo, imperativa pero suave, graciosa pero seria, obligándome a dar una serie de explicaciones sobre la próstata y cuestiones fisiológicas del placer sexual masculino realmente dificultosas, al menos en aquél momento.
 "Me gustaría hacer el amor contigo" en esa ocasión me llevó hasta el estupor, no sugería ni invitaba, era casi una orden, y aunque me considero un buen conversador la Reina como en más de una ocasión consiguió dejarme sin palabras.

 "Quiero verte desnudo" inquisitiva, dominadora, con sus expresivos ojos clavados en mi, venció mi voluntad, el lugar no era el más adecuado, un edificio de oficinas no invita al nudismo, pero me temo que por aquél entonces mi voluntad era más suya que mía, la tomé de la mano y la guié hasta un pequeño archivo cercano a mi despacho, entre expedientes y material de escritorio llegué hasta el final de la minúscula habitación, la Reina permaneció cerca de la puerta y la cerró después de entrar, me observaba entre autoritaria y deseosa, mirándome a los ojos, decidida a que su orden se cumpliera, y en un silencio total comencé a quitarme la ropa ante ella, no sentí nada de pudor, con cada prenda que desaparecía de encima de mi cuerpo tenía la sensación de que no hacía sino entregar mi cuerpo a su legítimo dueño, que ya no era yo sino la Reina, y así quedé totalmente desnudo ante ella, expuesto, indefenso y satisfecho de cumplir sus exigencias, ella se aproximó y por fin pude sentir la suavidad de sus manos recorriendo mi pecho, mi abdomen, mi sexo, entre excitado y curioso también quise satisfacer mi deseo de conocer por fin la suavidad de su piel, acariciar la firmeza blanca de sus piernas, besar sus labios rojos y carnosos, casi sin pensarlo me avalancé hacia ella y encontré algo que me dejaría confuso durante algún tiempo, tal vez por que nunca había conocido a una Reina, se mostró rígida e impasible y convirtió en vanos mis deseos de aquél momento, pero...¿no quería hacer el amor conmigo?. Con la Reina hacer el amor es lo que ella decida en el momento que ella decida, y en aquél momento el amor consistía en encontarme desnudo ante ella mientras permanecía tan impecable y hermosa como siempre, con el glamour de su falda ajustada que no hacía sino resaltar su estilizada figura y sus interminables zapatos de tacón y que viese hechos realidad sus deseos de probar la sumisión del que ella había decidido que fuese su siervo... 

2 comentarios:

  1. Me gusta mucho el tacto que tienes al referirte a tu Reina. Como las reinas merecen.

    Precioso el post.

    Un saludo ^^.

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  2. Muchas gracias sirviente, me alegra que te haya gustado, es la admiración que siento por ella la que me hace expresarme así, no podría contar su incríble historia de otra manera. Un saludo para ti también.

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