jueves, 25 de abril de 2013

EL SUFRIMIENTO A TRAVÉS DEL PLACER

En el BDSM existe la creencia general o por lo menos eso a mí me parece que las amas nunca o casi nunca practican la penetración con sus esclavos, es una práctica que no gusta, no apetece, porque es contraria a las prácticas fendom. Desde mi punto de vista lo importante en una relación fendom son las preferencias y gustos de la domina, por supuesto que existen amas que habitual o frecuentemente practican con su esclavo la penetración, normalmente de forma diferente a una relación vainilla o convencional, ella es la que controla la situación desde el principio, la postura siempre suele ser de dominación, salvo excepciones, sin posibilidad de que el esclavo eyacule a no ser que ella se lo ordene o se lo permita, utilizan a su antojo el cuerpo de su esclavo para su placer, y claro en este caso el esclavo está feliz de la vida con la posibilidad de poder penetrar a su ama aunque con muchas condiciones, normalmente su movilidad es reducida porque está atado, sin posibilidad de mover sus manos ni por supuesto tocar, o sin poder visualizar lo que está sucediendo.

La penetración es compatible con una relación fendom en la que la ama decide que no es tan importante para ella causar dolor, sino que lo que la apasiona es llevar al límite de la excitación al esclavo controlando su cuerpo de tal forma que el placer le cause un sufrimiento insoportable a la vez que placentero porque se le impide a pesar de su estado de excitación alcanzar el orgasmo que le hace suplicar que finalice esa situación a la que está siendo sometido, llevar al sumiso al límite, bajar la intensidad de la estimulación lo suficiente para impedirle la eyaculación una y otra vez, conseguir que alcance un estado lo suficientemente álgido para que suplique, se humille y obedezca todo tipo de órdenes, situación a la que se le puede llevar de muy diversas formas…

La verdad es que esta forma de sentir el fendom hace que la relación sea tan intensa para los dos que a veces puede llegar a que la domina sea permisiva con el sumiso y permita que alcance el clímax.

Soy de las dominas que me gusta especialmente hacer sufrir a través del placer, es sumamente placentera para mi esta practica por no decir indescriptible y sublime, me apasiona llevar a mi sumiso a un estado de excitación que no puede soportar que le lleva a la humillación.
Me encanta controlar su cuerpo de diferentes formas, impedir que alcance hasta que yo decida si lo decido el clímax, me gusta escuchar sus suplicas mientras no puede soportar la situación a la que está siendo sometido, para después tomar una decisión final, que por supuesto puede variar según mi estado de ánimo, momento, circunstancias o merecimiento de mi sumiso.

En la anterior entrada mi esclavo os enseñaba mi nuevo regalo, en estas fotos realizadas al inicio de la sesión se puede apreciar otra forma de utilización del nuevo presente que me encanta utilizarlo y con un resultado fantástico. 

 


domingo, 21 de abril de 2013

La Jefa

 Es una fantasía muy extendida para muchos sumisos declarados, y para muchos que no, el escenario que se aglutina en torno a una oficina, lugar que parece muy alejado a cualquier aspiración fetichista pero que en realidad es uno de los más imaginados y deseados. Desde las viejas películas del porno clásico norteamericano que siempre terminaban igual cuando el escenario era un despacho oficial con bandera y todo, hasta los actuales videos fetichistas japoneses en que esas sorprendentes mujeres despliegan todo su poder entre tacones altos y el nylon de sus medias. 

 Queen Horten siempre ha sido una gran seguidora de la dominación femenina japonesa, de su elegancia, de su falta de estridencia, de su control, de su contenido tan altamente sexual, de su belleza, el culto al pie como máximo exponente de la dominación, el rope bondage y sus ataduras barrocas que dejan al sumiso más indefenso e inferior que la simple torturadora física...

 ¿Y si la jefa fuese Queen Horten? ¿Como sería entrar en su despacho?

 El empleado sumiso pide permiso para entrar en su despacho, deposita su trabajo sobre la mesa de la Reina y jefa. Ella recoge los papeles con determinación y severidad, los observa con detenimiento, en silencio. Alza la vista, cortante ordena "cuando entres en mi despacho ponte de rodillas ante mi presencia". En esa posición el sumiso oficinista encuenta una nueva perspectiva todavía más inquietante, espera la decisión de la Reina sobre su trabajo y sobre el mismo, ante sus ojos unas piernas perfectamente diseñadas, unas medias fantásticas que se ciñen a ellas, unos tacones que realzan la silueta de esa belleza de la naturaleza. "Mientras leo adora mis zapatos", al nerviosismo y la ansiedad se le empieza a unir la excitación de sentir próximo el tacto de sus medias. La Reina jefa se levanta de la silla de su escritorio, se sienta ante su ordenador. "Puedes hacerlo mucho mejor", empieza a manejar el ratón, queda ensimismada buscando algo en el ordenador. "Mientras decido que hacer contigo métete debajo de la mesa, boca abajo y sigue adorando hasta que yo diga".   

 No creo que Queen Horten tenga muchos problemas para encontrar personal, y no sé por que me parece que con excelente rendimiento ¿no?





domingo, 7 de abril de 2013

Bajo el yugo de la Reina

 Difícil encontrar el regalo adecuado el 14 de Febrero para una mujer tan especial como Queen Horten. Un presente con el cual demostrar todavía más entrega y sumisión hacia ella. Después de darle muchas vueltas a la cabeza y mirando catálogos y tiendas especializadas me picó la curiosidad como sacaría partido la Reina a un yugo. Compré uno metálico, con correas de cuero en los extremos y collar en el centro pudiendo cerrarse tanto las correas de las muñecas como el collar con candados. ¿Le gustaría el regalo a Queen Horten? ¿Como lo explotaría?

 Pronto se resolvieron todas mis dudas. Puse el regalo en su regazo, lo abrió con una sonrisa, una sonrisa que amplió cuando descubrió que es lo que había dentro del envoltorio en que se encontraba. Comprobó con curiosidad la disposición de las correas y del collar, el funcionamiento de los candados, sus llaves. "En la sesión de mañana habrá que usarlo ¿no?" dijo con un tono entre lo severo y lo pícaro.

 No pasaron veinticuatro horas cuando me encontré sentado al borde la la cama del dormitorio de la Reina. Apareció vestida de rojo, medias de rejilla y sus ineludibles y vertiginosos tacones realzando su figura sexy y elegante. Sin mediar palabra comenzó a ajustar el yugo a mi cuello y mis muñecas. Colocó los candados. El click de los candados al cerrarse ahorró todo tipo de instrucciones de Queen Horten, el simple sonido consigue el efecto psicológico de la sumisión total. Se sentó frente a mi, cruzó sus piernas, tomó la fusta y empezó a pasearla por mi abdomen, mis piernas, mi sexo. No tardó mucho en conseguir su propósitos. "Levántate" ordenó, me desnudó por completo. De pie ante ella pudo comprobar que había conseguido una vez más y sin tocarme siquiera que mi sexo estuviese completamente a su disposición y listo para ser torturado. Comenzó su labor de demolición, todavía podía hacerme sentir más próximo a la explosión que no debería producirse si la Reina no me lo permitía. Empleó la fusta para azotar mi pene, lo hizo repetídamente, lentamente, subió mis niveles de adrenalina hasta límites difícilmente tolarables.

 Terminada la primera parte del castigo comenzó la segunda. Queen Horten sabe administrar dolor y placer de tal manera que lo primero parece lo segundo, y el placer se convierte en tortura. Aprisionó mi pene entre sus piernas, las movió lentamente, me hizo estremecer, mis muñecas intentaban moverse pero el yugo hizo su función, mis covulsiones se encontraban una y otra vez con la resistencia de las correas, mientras mis ojos ya entreabiertos veían la majestuosidad de la Reina trabajando de forma metódica y sin piedad en su fin de tenerme totalmente poseído y bajo su control.

 


















Cuando creía que ahí iba aterminar mi inútil resistencia todo dió un giro inesperado. La Reina se levantó, detuvo de golpe su tortura. "Túmbate boca arriba". Agotado por la tensión me arrastré de espaldas por la cama. El yugo me impedía apoyar las manos para poder desplazarme por ella sin presionar al tiempo mi propio cuello. Queen Horten se sentó a mi lado, sacó un consolador y lo introdujo en mi boca, "Chupa, quiero que esté bien húmedo, voy a darme un poco de placer antes de dormir". Chupé el consolador mientras la Reina lo movía dentro de mi boca hacia atrás y hacia delante, cuando consideró que ya estaba a su gusto al menos pude contemplar como Queen Horten lo empleó con ella misma con habilidad, tanta como había demostrado tener con el yugo, sin duda una mujer nacida para dominar de forma natural. Cuando terminó sentenció: "Es un buen invento esto del yugo, lo emplearé más veces, ya verás como se me ocurren nuevas utilidades, estoy agotada". Y la luz se apagó.