martes, 14 de febrero de 2012

DEDICACION ESPECIAL

Quiero dedicarte en este blog que me has regalado este día tan especial a TI,por tu paciencia, por consertir todos mis caprichos y por tu admiración.

lunes, 13 de febrero de 2012

Disciplina doméstica

"Si tuviese un cinturón de castidad te ponía uno", no entendí una vez más la aseveración de la Reina, miraba con sus ojos penetrantes y severos que tienen el brillo especial que sólo ella sabe manejar para resaltar cuando quiere destacar algo, "no quiero que te masturbes hasta que te vea", dijo mientras cruzaba y descruzaba sus piernas con las que me erotizaba permanentemente. Así me despidió en una de las visitas que con frecuencia hacía a mi despacho, con su imagen llegaba a mi casa, el sonido de su voz, la blancura y suavidad de su piel, la elegancia de sus movimientos, la majestuosidad de su caminar, el poder erótico de sus tacones, pies y piernas eran un equipaje demasiado pesado como para no verme obligado a liberarlo una vez que llegaba hasta mi casa, rememorar todo eso y un leve frotamiento sobre mi sexo hacía que ya sin su presencia tuviese un orgasmo tras otro pensando en ella a lo largo de la semana.

 Así pasó toda la semana, hasta que llegado el fin de semana cumplí la cita ineludible de la cena con la Reina, tan disfrutable como siempre, se preparó para la sesión que con tanta maestría se había especializado en dar, y con la que tanta ansiedad yo esperaba, me ordenó desnudarme, como todo esclavo debe presentarse ante su ama, encadenó mis pies y mis manos a mi espalda y me condujo hasta su habitación, esperaba una de sus torturas sexuales sin fin, pero la Reina nuevamente me sorprendió, "¿Cuantas veces te has masturbado esta semana?, la pregunta me sorpredió, dubitativo contesté " a diario", "¿Cuantas? repitió, no pude contestarle con precisión, "una vez al día, puede que algunos días dos", " o sea más de siete veces" aseveró "¿Es eso lo que te ordené?", intenté disculparme torpemente, no es tan fácil eludir un interrogatorio cuando estás desnudo y atado, "ahora recibirás tu castigo" sentenció la Reina, tomó una llamativa fusta roja y negra que poco tiempo atrás le ofrecí como presente, se sentó en un taburete y subió su falda dejándome contemplar sus preciosos muslos, me obligó a echarme sobre ellos, y mientras reprendía mi actitud comenzó a azotarme mezclando con sabiduría la adrenalina del dolor y del deseo, el tacto del cuero que remataba la fusta con cada azote que me movía a impulsar mi pene hacia sus muslos me hacía estremecer de placer, no se el tiempo que me tuvo en esa posición imponiendo su castigo, una vez más la Reina dominó totalmente mi cuerpo y mi deseo, cuando terminó con su castigo me ordenó ponerme de rodillas ante ella, con esa perspectiva admiré todo lo que ella representaba, desató mis manos de mi espalda y las encadenó de nuevo juntas a la altura de mi pecho, se sentó de nuevo ante mi, cruzó sus maravillosas piernas y exigió "¿Tienes muchas ganas de masturbarte? pues empieza, quiero ver como lo haces", comencé a hacerlo mientras pensaba que había merecido la pena por una vez desobedecer a la Reina para sufrir un castigo como ese...