Personalidad
dominante: ¿se nace o se hace?
Aunque
es un tema que puede ser objeto de discusión, la pregunta si nacemos
con una personalidad dominante o sumisa, o por el contrario es parte
de nuestro aprendizaje, somos nosotros los que vamos formando a lo
largo de los años esa parte de nuestra personalidad.
Por
supuesto nuestra personalidad se puede moldear, cambiar, maquillar
esas características que no nos gustan, pero la personalidad
dominante nace con nosotros, y va acompañada de otros rasgos, ya
sean defectos o virtudes típicas de personas que les gusta tener un
control sobre casi todas las facetas de su vida, aunque poco a poco
te das cuenta que es demasiado cansado, e intentas limitar ese
control a determinados aspectos de importancia. Así como leía hace
poco en un artículo que para ser un buen esclavo es necesario tener
una alta autoestima, la personalidad dominante va acompañada de una
buena dosis de persistencia, no nos rendimos fácilmente, aunque a
veces defectos como la impaciencia, la imprudencia y ser demasiado
arriesgados acompañan a esta personalidad.
Estoy
convencida que se nace con la personalidad dominante, recuerdo desde
muy pequeña que mi madre, siempre me recordaba el tipo de profesión
que debía elegir, como decía ella: “hija, tienes que mandar
porque en otro caso lo vas a pasar mal”, supongo que ella ya se
daba cuenta de mi necesidad de control. Es cierto elegí una
profesión en la que constantemente tengo que decidir, pero no es
precisamente mi profesión la que me hace sentirme realizada (estoy
segura que hay sumisos que desarrollan parecido o igual puesto de
responsabilidad), sino es en la maravillosa relación personal que
mantengo con mi esclavo donde alcanzo la plenitud y satisfacción que
hasta ahora no había experimentado, un amor intenso difícil de
describir.
No
sé lo que pensáis los que os acercáis por este blog…